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A finales del
segundo milenio a. C. se producen migraciones a la península itálica de pueblos
indoeuropeos procedentes de Europa central. Durante un largo período, estos
indoeuropeos «itálicos» coexistieron con los ligures, un pueblo de filiación discutida, probablemente no
indoeuropeo, que ocupaba los territorios alpinos noroccidentales y su franja
costera.
En el siglo
VIII a. C. los pueblos itálicos conformaron un variado «mosaico» étnico y
lingüístico: oscos, umbros, sabinos y latinos, entre
otros, se hallaban establecidos en las
regiones centrales desde el mar Adriático hasta el Tirreno. En esta época
también se asentaron en la península itálica los etruscos (en la costa noroccidental) y los griegos (en el sur y en la isla de Sicilia); de unos y otros
recibirán posteriormente los romanos un decisivo influjo cultural.
Los mitos, al contrario que la
arqueología, nos transmiten una rica información acerca del origen de Roma.
Según la leyenda, el héroe troyano Eneas,
huido de Troya una vez que los griegos conquistaron la ciudad, llegó al Lacio, donde fundó la ciudad de Lavinio. Su hijo Ascanio (también llamado Julo) fue el fundador de Alba Longa. Uno de sus sucesores, el
rey Amulio, usurpó el trono a su
hermano Numitor y se aseguró de que
éste no tuviera descendencia matando a su hijo y consagrando a su hija, Rea Silvia, como sacerdotisa de la
diosa Vesta, lo que la obligaba a
mantener la virginidad. Pero el dios Marte,
enamorado de Rea, procreó con ella a los gemelos Rómulo y Remo, que, al nacer, fueron arrojados al Tíber en una canasta por orden de
Amulio para que no pudieran destronarlo. Una crecida del río, sin embargo,
permitió que la canasta quedara varada en la orilla; allí una loba recién
parida amamantó a los niños. Más tarde, el pastor Fáustulo los rescató y los crió como hijos.
Cuando crecieron y conocieron su
identidad, los muchachos mataron a Amulio, restituyeron en el trono a su abuelo
Numitor y decidieron fundar una ciudad donde fueron salvados. Pero Remo cometió
un sacrilegio al atravesar el recinto consagrado por su hermano y murió a manos
de éste. Rómulo, convertido en rey, fundó por fin la ciudad, a la que llamó
Roma. Corría el año 753 a. C.
Contemplado desde una perspectiva histórica, el
término «Roma» designa diferentes realidades: en sus orígenes se trataba de una
pequeña población situada a orillas del río Tíber, cerca de su desembocadura;
pero con el paso del tiempo dio nombre a un poderoso imperio que dominó la
mayor parte del mundo antiguo.