Hijo de Filipo II de Macedonia y de Olimpíade, una princesa del Epiro,
Alejandro era por su nacimiento un semibárbaro, pero la cultura griega era
deslumbrante y sus padres confiaron la educación del joven príncipe al filósofo
Aristóteles. Leyó a Homero, a los poetas líricos, a los trágicos, y adquirió la
educación de un noble griego. Olimpíade lo convenció de que era descendiente de
Hércules por parte de su padre y de Aquiles por la suya propia.