La indumentaria de griegos y romanos se caracterizaba por su simplicidad y no presentaba grandes diferencias entre sexos. Los tejidos más frecuentes eran la lana y el lino, que se podían teñir de acuerdo con los gustos y las necesidades de quien los usaba.
Las mujeres griegas de época arcaica vestían el peplo dórico, una larga túnica de lana, sin mangas, que se ajustaba en los hombros con broches, y en la cintura, con un ceñidor. Más tarde se introdujo el quitón jónico, una túnica de lino, de mangas amplias y hombreras cosidas, que se ceñía bajo el pecho con un cinturón. Como prenda de abrigo utilizaban el himatio, un manto rectangular de lana. Los hombres solían vestirse con la exómida, una túnica corta, que dejaba el hombro derecho al descubierto, ajustada por medio de un cinturón, o con un quitón semejante al de las mujeres. La prenda de abrigo de los hombres era la clámide, una capa corta rectangular, o el himation.
El calzado de griegos y romanos era semejante: sandalias, zuecos y zapatos. En su confección utilizaban materiales como cuero, madera y esparto; los zapatos de las mujeres solían estar teñidos y llevar adornos.